FOMO

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Desde hace algún tiempo vengo leyendo y escuchando una palabra que al repetirse tanto en mi cabeza al final me ha despertado la curiosidad y de ahí han surgido estos comentarios

El llamado síndrome FOMO – siglas de ‘Fear Of Missing Out – está asociado a la tecnología y a las redes sociales. Se trata de un tipo de ansiedad causada por la impresión de que los demás, el resto del mundo está teniendo experiencias buenas y divertidas mientras que uno se las está perdiendo. Es el ¿miedo a estar perdiéndose algo con los demás?. Es como tener la impresión de que uno es menos popular que sus amigos virtuales. Por eso puede provocar frustración y angustia, por lo que difícilmente desconectará o dejará de lado su teléfono.

La tecnología es necesaria pero el problema somos nosotros. Con el desarrollo de Internet, las comunicaciones entre las personas (que siempre fueron en su mayoría de las ocasiones cara a cara), se han ido transformando. Las relaciones humanas se están dejando de lado, ahora se destina el tiempo para interactuar en las redes sociales.

Cuantas veces hemos creído escuchar en el móvil, como el sonido de haber recibido un mensaje, un “like” o un “wasap”. Con la desilusión de descubrir que no hay nada nuevo en el teléfono. Cuántas veces sufrimos la ansiedad que provoca no contestar inmediatamente a un mensaje o a un comentario en cualquier red social, incluso al más insignificante, o al que ni siquiera espera una respuesta. ¿De verdad que necesitamos recibir “likes”, halagos y comentarios positivos para querernos a nosotros mismos?

Estar al día de todo. No perderse nada. Las redes sociales facilitan a los usuarios de una infinidad de información actualizada, pero a la vez aparente. Cuántas veces hemos comprobado que el deseo de mantenernos actualizados en las redes sociales es proporcional al miedo que se siente al no poder hacerlo en tiempo real. Otro de los principales síntomas es la cantidad excesiva de tiempo que se pierde en las redes sociales conocidas por todos. De verdad  ¿Es bueno estar retransmitiendo constantemente? ¿qué hacemos?, ¿dónde estamos?, ¿qué nos hemos puesto? o ¿qué nos han dicho? ¿No es absurdo obsesionarse con tomar fotografías?, ¿grabar videos? y a la vez ¿olvidarnos de vivir el momento?.

De hecho, las plataformas de renombre que todos conocemos favorecen el miedo a quedarse atrás. Precisamente, la función principal de tales aplicaciones consiste en facilitar al usuario el contacto con sus compañeros y amigos, ponerse al día recíprocamente (Chismorreos por lo general) y a participar en la vida de los demás (Fomentando la malsana curiosidad y la intromisión). Todo esto puede causar la impresión de que, nuestra vida comparada con la de los demás es sosa, aburrida y triste.

 

Tanto es así, que, en las reuniones, sean de amistades, familiares, de vacaciones o en hora de trabajo, se está todo el rato mirando la pantalla, consultando los avisos, grabando videos y haciendo “selfis”. Porque la diferencia está ahí: no es un comportamiento puntual a lo largo del día, sino continuo de la mañana a la noche.

Y como esta forma de actuar suele tener como consecuencia reproches del entorno para dejar el teléfono a un lado, la persona se muestra malhumorada e irritable, y prefiere quedarse sola o aislarse en su habitación antes que separarse de la red y perderse algo. Así que sí, así es, al final, el FOMO provoca aislamiento.

No hay que ser una lumbrera para intuir que el mayor porcentaje de personas que padecen este síndrome son jóvenes, personas que están constantemente necesitando ser aceptados por un grupo, sentirse queridos y halagados, compitiendo muchas veces con el resto de vidas que ven en las redes sociales, para sentirse iguales o mejores.

De hecho, el FOMO también provoca una distorsión por la que no se aprecia la realidad y se pierde la visión crítica de lo que es realmente ficción o un hecho real que desconocemos o que sólo es algo que aparece en la pantalla.

Y a todo esto. Dejar las redes sociales o tirar el teléfono móvil no solucionará nada realmente. Hay que ser realistas, las redes forman parte de nuestra vida y que, aunque solo sea por trabajo, la mayoría necesita utilizarlas. Pero nada de esto evita que nos autocorrijamos. Es necesario cambiar los hábitos en el uso del móvil y adoptar un comportamiento adecuado y racional en la gestión de las redes. Es preciso centrar los esfuerzos en hallar el equilibrio en su uso.

Hay que ser ejemplo. El contacto humano, que nos permite conocer las expresiones y emociones del otro sin que emita una palabra resulta fundamental. Difícilmente tendremos empatía si la mayor parte del tiempo nos relacionamos a través de las pantallas, incluso cuando físicamente estemos en la misma habitación o en la misma calle.

¿No sería bueno, evitar publicar de forma exagerada lo que hacemos en redes sociales?, ¿No sería bueno no contestar al instante a mensajes coloquiales y frívolos que no tienen ninguna urgencia?.  ¿No sería mejor dar prioridad a las personas que nos rodean en el trato y reducir la utilización de dispositivos conectados a internet?

Webre

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