Los primeros Masones procesados por la inquisición Española (1743)

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PROCESO CONTRA EL FRAILE JOSÉ AUGUSTO

El proceso contra el padre José Augusto constituye una de las primeras actuaciones de la Inquisición española en materia de masonería.

El 17 de julio de 1743 se presentaba ante el Tribunal de Corte de la Inquisición el padre Diego Guzmán, sacerdote de San Cayetano, para declarar que mantuvo cierta conversación      con el padre José Augusto, un italiano de sesenta y cinco años que le había dicho que era «francmason» y que la masonería era…

 «una congregación que estaba estendida en el mundo, que en ella havía gentes de todas clases y aun cardenales; y que aquí en Madrid havia muchos; y que el delatado era farmason y que lo que se practicaba en dicha congregación era que no se recivian mugeres de ningún estado, sino solo hombres de qualquiera estado; y que servia de aiudarse unos a otros con dinero; y que el modo o zeremonias con que se admitían en dicha congregación era dando memorial el pretendiente, el que se remitía al Secretario del Capítulo; y      éste se informa  aquella obscuridad, y respondía el pretendiente que tres luzes» (A.H.N., Inquisición, legajo 3.736, nº 149, fol. l).

Añadió que él había sido admitido en una logia de Marsella y que aquí en Madrid, donde era extranjero y no conocía a nadie, si se encontrara en alguna necesidad, saludaría a las personas haciendo ciertas señas o gestos por los que ellos se identificaban, y así sería socorrido por cualquier miembro de la congregación, que a través del saludo conocería su           condición de:

«farmason»: «y con efecto hizo unas [acciones] que fue ponerse el vonete sobre la caveza, de donde le quitó con la mano derecha, vajándole con toda arrogancia todo lo que           desciende el vrazo, y le puso después en la caveza, y la mano derecha sobre el corazón haciendo como un compás; y después, levantando un poco el havito, puso los pies como una   esquadra de albañil».

Varios religiosos con los que el italiano había intimado, confirmaron la declaración de fray Diego y añadieron que el delatado había afirmado que en la congregación de francmasones

«solo entravan hombres grandes, cavalleros, duques y cardenales… y que el serenísimo señor infante don Phelipe y el nuncio que está en esta corte son también farmasones… y que   havía oído ser francmasones el rey de Inglaterra, como imbentor de esta secta, y el de Prussia».

 Según el delatado, la masonería…

«se reducía a considerar al hombre secundum se, en su ser natural, y a que sólo era hombre, sin respeto a que fuese Papa, Rey, sacerdote, religioso ni de otro estado, ni oficio,           porque una vez que fuese francmason, aunque fuera monarca, dava la mano a un albañil, porque eran todos iguales en quanto hombres, y que en prueba de esto el Duque de          Baviera le havía al reo servido en la mesa quando entró francmasón (y no le dijo dónde entró)».

Cuando se le recordaba que el Papa había prohibido formar parte de dichas congregaciones, alegaba que los asuntos de la masonería nada tenían que ver con la religión:

Sosiéguese Vm., que esta congregación no tiene conexión alguna con las cosas pertenecientes a la Religión …».

 El padre José Augusto fue detenido en El Puerto de Santa María (Cádiz), y llevado a las cárceles de la Inquisición de Sevilla y condenado a la pena de abjuración de                 vehementi.

Fuente: Enrique Gacto, “La inquisición de Sevilla y la masonería en el siglo XVIII”, en Homenaje al profesor Alfonso García- Gallo, Madrid, 1996, tomo II, vol. 1º, pp. 121-144.

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