Visitas: 31
LA VIDA EN LA SOCIEDAD DE LAS PRISAS
La semana pasada no tuve tiempo por lo que no pude escribir este artículo, pero durante el fin de semana tuve un momento para recapacitar sobre la vida que llevamos.
Hay personas que se levantan bien, de buen humor, alegres, activas… en cambio, hay otras a las que no puedes darle ni los buenos días es más ni tan siquiera puedes mirarlos a la cara ya que todo les molesta y hasta que no pasa un buen rato no parecen seres humanos. Me atrevo a decir que estas situaciones son vividas por miles de personas cada día por la mañana, nos hemos acostumbrado y forman parte de nuestra vida. Cuesta tanto cambiar estos hábitos…
Siempre se ha dicho que de “puertas a dentro” es problema de cada uno, pero… ¿no os encontráis con mucha gente que va por la vida como si estuviera siempre enfadada? Y ¿Con quién lo pagan? Con el resto del mundo.
Siempre corriendo. Por la mañana (después de hacer nuestro maratón cotidiano: de la ducha, de arreglarnos, de preparar los desayunos de los niños, dar de comer a la mascota, las mochilas para el colegio…), conseguimos arrancar y salir de casa, apretamos rápidamente el botón del ascensor con tal de que ningún vecino nos vea (evitando así aquellos segundos incómodos e interminables que de lo único que nos sirve es para mirar al suelo, al reloj y al móvil). Salimos a la calle, vemos cómo la gente va con prisas, caminamos con paso firme marcando una dirección fija sin prestar atención a lo que nos rodea. En el coche. Si vamos conduciendo luchamos porque nadie nos adelante y aceleramos antes de que el semáforo se ponga en rojo… Una vez llegamos al trabajo, puntuales, con un poco de suerte siempre que no nos hayamos encontrado caravana, que hayamos aparcado fácilmente o que el tren no haya ido con retraso… pensamos en que sólo nos quedan ocho horas de trabajo. Y cuando terminamos, vuelta a empezar, pero tenemos que añadir el cansancio y los posibles problemas que hayan surgido durante el día.
Vivimos bajo un constante estrés. Nos damos cuenta de que no llegamos, de que el tiempo no alcanza, que cada minuto cuenta. Siempre hay algo que hacer y no importa en cuántas partes intentemos dividir el tiempo, nunca es suficiente. Nuestros pensamientos son frenéticos, controlados por notificaciones electrónicas, tonos de móvil y agendas siempre repletas. Este es el estilo de vida de casi todos en la actualidad, aunque no la hayamos elegido.
La mayor parte del día lo hacemos en «automático», porque nuestra atención está puesta en las actividades a realizar y para las que a menudo tenemos que recurrir a las prisas para poder terminarlas todas. Seguramente cuando llega el fin de semana, la sensación es de mucho cansancio, de agotamiento. ¿Acaso no sería ese el momento para hacer un cambio en nuestra vida?
Imagino que estarás de acuerdo conmigo. De esta manera no se puede vivir. No podemos estar todo el día corriendo, malhumorados, molestándonos todo … y menos pagándolo con los demás. Tenemos que tomarnos la vida de otra manera, con otro tipo de filosofía, ya que la vida son dos días y pasa demasiado rápida.
Si. Es verdad. Puede que la prisa ayude en ciertos momentos, pero como todo en exceso, es dañina. Y es mucho más peligrosa cuando constituye el centro de nuestro carácter.
Es triste pero cuando se vive con demasiada prisa se puede dañar a quienes nos rodean: familia, amigos. Aprendamos a dejar que cada cual marque su ritmo, aunque sea más lento que el nuestro. Así aprenderemos poco a poco a reducir la velocidad hasta un nivel normal y nos daremos cuenta de que podremos vivir mejor.
¡Disfruta cada momento que tengas!. Un paseo en el fin de semana puede ser una buena ocasión. Tómate fotos, haz videos con tus familiares y amigos. Haz que cada segundo sea tan largo como un año, relájate y disfruta estos momentos con tus seres queridos pues son únicos y valiosos. Todas son cosas bien distintas pero que necesitan amor, cuando seas capaz de sentirte bien en cada momento y dejar a un lado la prisa y la desesperación, entonces, tendrás más tiempo para todo. ¡Elige vivir con más calma en cuanto puedas!.
Si no necesitas correr, camina entonces. No te desgastes en el camino de la vida, vive a tu ritmo y no dejes que te impongan una velocidad que no es la tuya. Habla más con la gente, con tu mascota y tus amigos, pasa un poco más de tiempo con tu familia. No importa cuántas cosas tengas que hacer, relee de nuevo tu agenda y verás que siempre hay un hueco si eliminas las tareas innecesarias. Siéntate en silencio y disfruta los momentos en que no estés con nadie, medita. Admira las vistas y sonidos que te rodean, vive el presente y no esperes al futuro para ser feliz.
“La vida es aquello que te pasa mientras estás haciendo otros planes” John Lennon
Webre