EL RESENTIMIENTO

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Circunstancias de la vida me han hecho hoy pensar sobre el resentimiento, ese dolor moral. He observado que a pesar de haber transcurrido muchos años las personas que lo sufren no logran olvidar esa a veces supuesta ofensa, se sienten incomprensiblemente dolidas y ofendidas de manera que lo vuelven a revivir y sentir una y otra vez. Con un sentimiento que va acompañado de rencor y hostilidad hacia quienes cree que le causaron el daño.

El resentido tiene un gran problema personal cuando no desea olvidar porque estará continuamente recordando aquello que dio origen a ese sentimiento, quedando así anclado y esclavizado a su pasado. De modo que no logrará liberarse de esa gran carga que es el resentimiento.

Los sentimientos de envidia y celos son frecuentes en algunas personas resentidas porque consideran que la vida es injusta con ellas. No llegan a entender cómo otros consiguen aquello que ellas no logran conseguir.

El resentido desea vengarse de aquellos que cree que le han ofendido o le han causado algún daño justa o injustamente. Muchas veces exagera lo sucedido o imagina actitudes y sucesos que no corresponden con lo que en realidad sucedió. Considera que esas personas tarde o temprano tendrán que pagar por el daño causado. De modo que el resentimiento va renaciendo, pudiéndole obsesionar de tal forma que le acompañe durante muchos años o incluso a lo largo de toda su vida.

Cuando el resentimiento se instala en alguien firmemente, amarga la vida tanto a él como a los demás. Se convierte en una persona rencorosa y desagradable, incapaz de ver lo bueno de las cosas, con una gran fijación hacia las personas contra quienes guarda resentimiento. Deseando o elucubrando como llevar a cabo una venganza, de manera que le da a esa otra persona el poder sobre él.

Pero desde el punto de vista del masón se debe ser positivo y aunque la decisión dependa de uno mismo ¿Cómo se puede superar el resentimiento?. Debemos aprender a superar el sufrimiento y las ofensas mirando hacia el futuro. No es bueno quedarnos atrapados en el pasado, recordando continuamente a aquellos que tal vez causaron sufrimiento o aquellas circunstancias o hechos que produjeron dolor. Hay que pasar página y mirar de forma positiva hacia el futuro. El perdón nos libera de la pesada carga en la que se puede convertir el resentimiento.

Analizando con objetividad lo ocurrido, aceptando lo que pasó, aunque no estemos de acuerdo con lo que sucedió, y dejar de lado los pensamientos negativos que causaron dolor es la mejor solución para superarlo. Hasta se da el caso de que la persona resentida esté padeciendo por un acontecimiento u ofensa que el otro ya ha superado o ni recuerda; que el resentimiento es un veneno es cierto y que destruye por dentro y que rara vez sacia la sed de venganza es verdad. Por eso, pensemos en la diferencia entre perdón y aceptación.

Este sentimiento se puede superar por la voluntad y la inteligencia de la persona que lo sufre. Para ello, es necesario un carácter firme y el dominio de las pasiones y de las emociones, de tal forma que no permitamos que arraigue en nuestro interior. Si adoptamos una actitud distante, veremos que los sucesos solo tienen importancia si se la damos, y que a no ser que les demos protagonismo a quienes creemos “nos ofenden”, podemos hacer que lo que opinen de nosotros o el hecho de que nos intenten incomodar no tenga importancia.

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