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El jueves 21 de diciembre a las 16:28 (17:28 horas en España) se produjo el Solsticio de Invierno. Fecha cercana al 24 de diciembre, día de Juan evangelista quien ostenta un alto significado esotérico en nuestra Orden. Mientras que la primavera simboliza el renacer, el verano la luz y el crecimiento, el otoño tanto el desapego como la depuración y el decrecimiento; el invierno, encarna la quietud y la introspección.
El Solsticio de Invierno representa el renacimiento de la Luz, porque desde ese momento la noche irá disminuyendo haciendo que la luz del día se extienda cada día más. Aunque en teoría, el solsticio de invierno solo dura un instante, el término Solsticio también se usa normalmente para referirnos a las veinticuatro horas de ese día.
Seguro que todos lo hemos sufrido, la vida diaria nos impide parar para pensar un rato, los problemas del día a día, la soledad que vivimos aún estando rodeado de gente, las prisas, el estrés, el desasosiego, los sacrificios sin recompensa, todo parece sobrepasarnos, y pese a todo sacamos fuerzas de flaqueza. Por eso este periodo de oscuridad nos invita, a sumergirnos en nuestro propio nigredo, a realizar un viaje interno, sin juicios pero con reflexión, para que tocado fondo, ver la luz brillar de nuevo. Y es que en nosotros, como en todo, también está reflejado el principio hermético de la polaridad, del yin-yang, de la oscuridad y la luz.
Entre otros, el solsticio de invierno fue representado por Mitra. Su creencia en la India se diluyó pero se acentuó en Persia y predominó en los misterios de época romana. Su primitivo libro sagrado es el Avesta. El Mitraísmo desapareció, pero sus creencias en dos poderes opuestos que dominan el universo, el bien y el mal, la luz y las tinieblas, permaneció en el Maniqueísmo y en otras creencias como entre los Bogomilitas, entre los Cátaros, Esenios, Albigenses, etc..
Como veremos, los días veintiuno y veinticuatro de diciembre están imbricados. En masonería hay un desconocido Patrón e Inspirador, se trata de Juan Limosnero, quien dejó Chipre para marchar a las
cruzadas a fundar un hospital en Jerusalén para que diera amparo a los débiles. Y con él, se completa la triada inquebrantable que une a los tres Juanes. Juan Bautista que coincide en el solsticio de verano, simbólico del nacimiento bajo la Luz, la misión, el bautismo, la iniciación. Por otro lado, en el solsticio de invierno, momento de recogimiento, de pensar, meditar, de aprender, tenemos a Juan Evangelista. El pasado, el futuro y el presente encarnado en Juan Limosnero de quien se desprende una enseñanza aplicable a la Caridad: La igualdad tiene un componente vertical, en el sentido de dar más a quien más precisa. A la vez que también tiene un componente horizontal, en el sentido de dar igual a quienes tienen la misma necesidad.
También sabemos que hay un componente de mente universal, de inconsciente colectivo, de ese éter alquímico que atrae y favorece el pensamiento así como a todo lo relacionado con la espiritualidad y el misticismo. Esa quintaesencia o quinto nivel de vibración que hace que coincidamos en un espacio-tiempo determinado. Por eso hay celebraciones ruidosas y otras de reflexión silenciosa. En el solsticio los antiguos se preparaban para el futuro. Nuestros antepasados encendían grandes fogatas y bailaban a su alrededor toda la noche para llamar al amanecer, girando y girando e invocando el cambio. Y lo hacían con la perfecta quietud de las imágenes en cuevas, con teas iluminando la oscuridad, con el sagrado árbol verde de la vida en medio de la muerte y, la madre tierra dando cobijo al niño Sol. Distintos Rituales esparcidos por la faz de la tierra con distintos nombres y un solo sentido. A título de ejemplo os muestro algunos de los que se celebraban en este planeta:
En el hemisferio Sur:
Los aimaras celebran en la ciudadela preincaica de Tiahuanaco (Bolivia) el WILLKA KUTI, o retorno del sol (Año nuevo Aymara que se celebra el 21 de junio). O el INTI RAYMI (En quechua Fiesta del Sol que se realiza cada 24 de junio), una ceremonia religiosa del Imperio inca en honor del dios sol Inti.
En el hemisferio Norte:
AMATERASU, Réquiem de los Muertos, diosa del sol de la mitología japonesa.
HORUS. El elevado. Dios egipcio. Nacía en este momento del año. Horus era el hijo de la divinidad, y en esta fecha su imagen era sacada de los templos para realizar ceremonias especiales.
BEIWE, la diosa del sol adorada por los Saami, el pueblo originario de Laponia.
CHOIMUS, en las antiguas tradiciones de los Kalash, pueblo de Pakistán
DEUORIUS RIURI Gran fiesta divina de invierno en Francia. Observada por el calendario lunisolar de Coligny que fue grabado por Druidas.
En Persia el SHAB-E CHELLEH derivado de una celebración pre-zoroástrico (el día de Sol) pertenece al dios Ahura Mazda y Mithra.
El DŌNGZHÌ solar celebrado por los chinos y otros asiáticos orientales. GORU, ceremonia del país Dogon (en Malí – Africa).
YULES, de los escoceses de las islas Shetland, comenzaban a celebrarlo el 18 de diciembre.
JONKANOO, en Jamaica, que se asemeja al amansamiento de Osos de la tradición medieval de Gran Bretaña y que tienen gran parecido con la inversión de los papeles en los rituales sociales que marcaron la antigua fiesta romana de la Saturnalia.
KARACHUN, Era celebrada por los eslavos y se prolongaba durante diez días. En las civilizaciones del Mar Egeo, el ritual era exclusivamente femenino el LENAEA, el Festival de la Mujer Salvaje.
LA NOCHE DE LUSSI, la mujer demonio, en Suecia, ocurre el trece de diciembre, en lo que suponían que iba a ser la noche más larga del año.
MAKARA SANKRANTI, festival hindú que se basa en el calendario celeste en lugar del calendario lunar.
MODRANICHT, era una fiesta germánica. Se creía que los sueños en esta noche predecían acontecimientos del año siguiente.
MEÁN GEIMHRIDH o pleno invierno, de las tribus Proto-celtas, tardías y druidas.
EL DÍA WREN celebrado en Irlanda en la Isla de Man y Gales el 26 de diciembre.
ALBAN ARTHAN, En Inglaterra, un resurgimiento druida. Los primeros alemanes (siglos VI-XI) creían que PERCHTA era la diosa de la luz, y del hogar. Las casas se cubrían con ramas perennes de abeto para darle la bienvenida.
Originalmente celebrada por los antiguos griegos como KRONIA, el festival de Cronos, su equivalente la SATURNALIA fue la fiesta en la que los romanos conmemoraban la dedicación del templo de Saturno.
ZISTANÊ SEVA, la noche de invierno. De origen Kurdo con gran importancia en el zoroastrismo. DEUS SOL INVICTUS (el dios sol invicto) celebrada por los romanos el veinticinco de diciembre. El Mitraísmo, religión mistérica expandida con los legionarios por todo el imperio romano, vino a extender este culto.
SOYALANGWUL, celebración de los indios Zuñi y hopi (EEUU)
YULE, WICCA, JUL, JOL, etc, La Rueda del Año. Originalmente con el nombre GIULI, de la época vikinga, una amalgama de tradiciones y celebraciones del Solsticio teutónico y la Fiesta de los Muertos. De los indígenas de la tradición islandesa JOL.
Adaptando las celebraciones egipcias a Osiris, Babilonia celebró la renovación anual con el ZAGMUK.
En la antigua Letonia, se celebraba el ZIEMASSVĒTKI.
Y mucho más actual NAVIDAD, Natalis Dómini , siglo IV en Roma y siglo XI en Inglaterra.
La gran mayoría de estos pueblos, se regían por lo que ha sido llamada una religión natural, se sabían parte de una red de un mismo sentir y creían que su Ser estaba en el espíritu del mundo, en el Sol, en el cosmos, en la divinidad.
Y hasta aquí el velo de las apariencias. Ahora para acabar, trataré de penetrar en los aspectos de la realidad, y aún más en los esotéricos. Por eso, me gustaría tratar, de forma breve, otros matices sobre el solsticio de invierno y su influencia en los seres.
Este Solsticio se produce en la estación en la que el frío y, el viento invitan a mirar hacia nuestro mundo interior, así como a trabajar en nuestra Piedra, en el sosiego, la meditación, el silencio y la calma. Con la respiración logramos aquietar y concentrar la mente, y a su vez con la conciencia podremos mover la energía en el cuerpo. Pues es en la austeridad del invierno cuando la mente se aclara, porque la vida se desarrolla en el Ser interno. Y si somos capaces de oír, nos daremos cuenta de que nuestro Planeta nos está pidiendo que retomemos el sentido de Unidad, ese grado de Sabiduría donde la conexión con los ciclos de la Tierra, Sol y Luna sean sagrados para nuestra existencia. Necesitamos cambiar nuestra relación con lo que nos rodea, y afianzarnos como constructores del cambio que nos conducirá a la sanación propia y la de nuestro mundo, pues la unión de Cielo y Tierra es la llave.
Es necesario que la Tierra mantenga su equilibrio, y que los seres humanos participemos manteniendo el equilibrio interno y externo. Somos hijos de la Tierra, y todo lo que le pasa a nuestro Planeta nos pasa a nosotros. En el solsticio de invierno, la consecuencia de estar en armonía con la naturaleza y celebrar sus ciclos tiene como consecuencia que nosotros también entremos en armonía.
Pero debemos ser conscientes de los cambios en el comportamiento a los que nos invita el DEUS SOL INVICTUS así como los que produce el frío invierno. Las condiciones extremas y los cambios drásticos nos producen diversos efectos mentales y físicos, de salud y comportamiento. El cuerpo reacciona ante los efectos externos. Por eso, el «tiempo loco» que desde hace tiempo estamos viviendo provoca cambios en el organismo e influye en el bienestar, en el malestar o en la conducta en general. Así las bajas temperaturas ayudan a dormir. Un ambiente refrigerado permite sueños más placenteros. Sucede porque cuando la temperatura del cuerpo se enfría, el cerebro se prepara para dormir. Está claro. La temporada invernal afecta a la salud mental. Se disparan sus efectos durante los meses de invierno, con sus días más cortos y más oscuros, coincidiendo con un patrón de tristeza, ansiedad y, angustia durante los meses fríos.